lunes, 11 de agosto de 2008

Busco mi piedra filosofal en Los siete locos...




"Un libro Viejo de Roberto Arlt que no me deja en paz..."

(Tengo una muñeca que regala besos- Enemigos Intimos 1998)








"Te decía que las expresiones auténticas tienen que ver, para mí, con la comprensión de tu tiempo, el lenguaje de tu tiempo...Cada vez creo más en la mirada histórica, cada vez le apuesto más a eso : para interpretar cualquier cosa falta un lenguaje, y ese lenguaje es algo más que la MTV. Ahí es donde yo veo una carencia de lenguaje para poder explicar tu tiempo. Creo que al tiempo actual se lo debería poder explicar desde la informática, pero también desde Roberto Arlt y desde la política, haciendo un analisis histórico de los sucesos políticos que ocurrieron en este país. Al menos, yo trato de tener de este modo un acercamiento a una suerte de esencia sobre el porqué de esta disgregación, , el porqué del ombliguismo argentino."





"A mí se me aclaró un poquito la cosa, o al menos comencé a entender un poco más, cuando empecé a leer a Roberto Arlt : cómo funda esta especie de logia que son Los siete locos - que no son siete sino siete millones de locos - en el momento en que lo sacan a Yrigoyen en el año 30 y cómo el tipo cuenta el germen de lo que va a ser la Argentina en el proximo siglo. Allí adentro ya están la intolerancia, el mesianismo, el canallismo, las "caras patibularias" - como decía él-, no como una aristocracia de la carcel o de los bajos fondos sino como una manera de superviviencia...Y en esa supervivencia se engendra la vida política de un país que no ha hecho más que sucederse en pequeñas democracias y en grandes momentos de golpes militares. En esas circunstancias uno piensa y hace música.



Del libro: Fito Páez dialogo con Violeta H. De Gainza Editorial Lumen 1997










En este video de Fito aparecen fragmentos de la obra menciona

“¡Qué irrisorias, qué mezquinas esas críticas a las palabras, al estilo de un hombre que estaba creando a golpes de mazo, en la única forma posible, el lenguaje de un espíritu!”

Hector Murena



Fragmento del capitulo


Un hombre Extraño


de Los siete locos



-¿Te pensás que porque leo la Biblia soy un otario?

Erdosain lo miró desesperado:

-Te juro que los debo.

De pronto ocurrió algo inesperado.

El farmacéutico se levantó, extendió el brazo y haciendo chasquear la yema de los dedos, exclamó ante el mozo del café que miraba asombrado la escena :

-Rajá, turrito, rajá.


Erdosain, rojo de vergüenza, se alejó. Cuando en la esquina volvió la cabeza, vió que Ergueta movía los brazos hablando con el camarero. ­

"Roberto Arlt no necesitó la cultura porteña de la música, la pintura y las más altas letras para ser uno de nuestros videntes mayores. En último término su obra es apenas "intelectual"; la escritura tiene en él una función de cauterio, de ácido revelador, de linterna mágica proyectando una tras otra las placas de la ciudad maldita y sus hombres y mujeres condenados a vivirla en su permanente merodeo de perros rechazados por porteras y propietarios. Eso es arte, como el de un Goya canyengue ( Arlt me hubiera partido la cara de haber leído esto), como el de un Francis Villon de quilombo o un Kit Marlowe de taberna y puñalada. Mientras la critica pone en claro el "ideario" de ese hombre con tan pocas ideas, algunos lectores volvemos a él por otras cosas, por las imágenes inapelables y delatoras que nos ponen frente a nosotros mismos como sólo el gran arte puede hacerlo.

Que sea él quien cierre estos apuntes, él que ve a su doble Erdosain en ese momento en que, "igual a las fieras enjauladas, va y viene por su cubil, frente a la indestructible reja de su incoherencia". Arlt, que hace decir a Balder, su otro doble: " Mi proposito es evidenciar de qué manera busqué el conocimiento a través de una avalancha de tinieblas y mi propia potencia en la infinita debilidad que me acompañó hora tras hora". De esa incoherencia , de esas debilidades, nacerá siempre la interminable, indestructible fuerza de la gran literatura"

Julio Cortázar

Prefacio a las obras completas editorial Carlos Lohlé 1981





"Buenos Aires igualito que en los tiempos de Roberto Arlt"
Paranoica fierita suite-Rey Sol (2000)

DIVERTIDO ORIGEN DE LA PALABRA "SQUENUN"
Roberto Arlt
En nuestro amplio y pintoresco idioma porteño se ha puesto de moda la palabra "squenun".¿Qué virtud misteriosa revela dicha palabra? ¿Sinónimo de qué cualidades psicológicas es el mencionado adjetivo? Helo aquí:
En el puro idioma del Dante, cuando se dice "squena dritta" se expresa lo siguiente: Espalda derecha o recta, es decir, qué a la persona a quien se hace el homenaje de esta poética frase se le dice que tiene la espalda derecha; más ampliamente, que sus espaldas no están agobiadas por trabajo alguno sino que se mantienen tiesas debido a una laudable y persistente voluntad de no hacer nada; más sintéticamente, la expresión "squena dritta" se aplica a todos los individuos holgazanes, tranquilamente holgazanes.
Nosotros, es decir el pueblo, ha asimilado la clasificación, pero encontrándola excesivamente larga, la redujo a la clara, resonante y breve palabra de "squenun".El "un" final, es onomatopéyico, redondea la palabra de modo sonoro, le da categoría de adjetivo definitivo, y el modo grave "squena dritta" se convierte en esta antítesis, en un jovial "squenun", que expresando la misma haraganería la endulza de jovialidad particular.En la bella península itálica, la frase "squena dritta" la utilizan los padres de familia cuando se dirigen a sus párvulos, en quienes descubren una incipiente tendencia a la vagancia, es decir, la palabra se aplica a menores de edad que oscilan entre los catorce y diecisiete años.
En nuestro país, en nuestra ciudad mejor dicho, la palabra "squenun" se aplica a los poltrones mayores de edad, pero sin tendencia a ser compadritos, es decir, tiene su exacta aplicación cuando se refiere a un filósofo de azotea, a uno de esos perdularios grandotes, estoicos, que arrastran las alpargatas para ir al almacén a comprar un atado de cigarrillos, , y vuelven luego a su casa para subir a la azotea donde se quedarán tomando baños de sol hasta la hora de almorzar, indiferentes a los rezongos del "viejo", un viejo que siempre está podando la viña casera y que gasta sombrero negro, grasiento como el eje de un carro.En toda familia dueña de una casita, se presenta el caso del "squenun", del poltrón filosófico, que ha reducido la existencia a un mínimo de necesidades, y que lee los tratados sociológicos de la Biblioteca Roja y de la Casa Sempere.Y las madres, las buenas viejas que protestan cuando el grandulón les pide para un atado de cigarrillos, tienen una extraña debilidad por este hijo "squenun".
Lo defienden del ataque del padre que a veces se amostaza en serio, lo defienden de las murmuraciones de los hermanos que trabajan como Dios manda, y las pobres ancianas, mientras zurcen el talón de una media, piensan consternadas ¿por qué ese "muchacho tan inteligente" no quiere trabajar a la par de los otros?El "squenun" no se aflige por nada. Toma la vida con una serenidad tan extraordinaria que no hay madre en el barrio que no le tenga odio... ese odio que las madres ajenas tienen por esos poltrones que pueden enamorarle algún día a la hija. Odio instintivo y que se justifica, porque a su vez las muchachas sienten curiosidad por esos "squenunes" que les dirigen miradas tranquilas, llenas de una sabiduría inquietante.
Con estos datos tan sabiamente acumulados, creemos poner en evidencia que el "squenun" no es un producto de la familia modesta porteña, ni tampoco de la española, sino de la auténticamente italiana, mejor dicho, genovesa o lombarda. Los "squenunes" lombardos son más refractarios al trabajo que los "squenunes" genoveses.Y la importancia social del "squenun" es extraordinaria en nuestras parroquias. Se le encuentra en la esquina de Donato Alvarez y Rivadavia, en Boedo, en Triunvirato y Canning, en todos los barrios ricos en casitas de propietarios itálicos.El "squenun" con tendencias filosóficas es el que organizará la Biblioteca "Florencio Sánchez" o "Almafuerte"; el "squenun" es quien en la mesa del café, entre los otros que trabajan, dictará cátedras de comunismo y "de que el que no trabaja no come"; él que no ha hecho absolutamente nada en todo el día, como no sea tomar baños de sol, asombrará a los otros con sus conocimientos del libre albedrío y del determinismo; en fin, el "squenun" es el maestro de sociología del café del barrio, donde recitará versos anarquistas y las Evangélicas del latero de Almafuerte.
El "squenun" es un fenómeno social. Queremos decir, un fenómeno de cansancio social.Hijo de padres que toda la vida trabajaron infatigablemente para amontonar los ladrillos de una "casita", parece que trae en su constitución la ansiedad de descanso y de fiestas que jamás pudieron gozar los "viejos".Entre todos los de la familia que son activos y que se buscan la vida de mil maneras, él es el único indiferente a la riqueza, al ahorro, al porvenir. No le interesa ni importa nada. Lo único que pide es que no lo molesten, y lo único que desea son los cuarenta centavos diarios, veinte para los cigarrillos y otros veinte para tomar el café en el bar donde una orquesta típica le hace soñar horas y horas atornillado a la mesa.
Con ese presupuesto se conforma. Y que trabajen los otros, como si él trajera a cuestas un cansancio enorme ya antes de nacer, como si todo el deseo que el padre y la madre tuvieron de un domingo perenne, estuviera arraigado en sus huesos derechos de "squena dritta", es decir, de hombre que jamás será agobiado por el peso de ningún fardo.


Fragmento de las AGUAFUERTES PORTEÑAS

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